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Jonas Vingegaard supera por sólo nueve segundos a Tadej Pogacar.
Jonas Vingegaard supera por sólo nueve segundos a Tadej Pogacar.
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EFE

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Vingegaard aguanta el tercer zarpazo de Pogacar y se mantiene en la cima

La carrera llega este sábado a los Alpes con una estrecha diferencia entre los dos primeros de la general.

El danés Jonas Vingegaard golpeó primero, con un hachazo de 64 segundos en la primera etapa pirenaica sobre el esloveno Tadej Pogacar, pero desde entonces ha ido viendo como su renta se iba reduciendo, zarpazo a zarpazo, el último este viernes en el Grand Colombier que le deja a 9 segundos del maillot amarillo.

En vísperas de entrar en los Alpes, el Tour comienza a milimetrar las diferencias entre dos rivales que están muy parejos, con ventaja moral para el esloveno que viene en posición ascendente, frente a un rival que no pierde la calma.

A la batalla del asfalto se suma la de las sensaciones y en esa Pogacar está sabiendo usar bien sus cartas: un golpe de 24 segundos en Cauterets, la última cita de los Pirineos, otro de 8 segundos en el Puy de Dôme, en el macizo central y otros cuatro en el Grand Colombier, en el corazón del Jura.

A ello suma 30 segundos de bonificaciones, frente a los 11 de Vingegaard, que dejan la renta en cifras raquíticas y comienzan a minar al danés.

"Estamos en una espiral ascendente, vamos a mejor en cuanto a calidad, a rendimiento, a condición de forma", advierte el director del UAE, Josean Fernández Matxin que cree que la dinámica está de su lado.

Pogacar sonríe pese a que su acelerón en el último kilómetro del Grand Colombier, que logró dejar de rueda de Vingegaard, solo le dio cuatro segundos y otros tantos de bonificación, pero volvió a demostrar su superioridad.

"Es un buen comienzo en la tarea de remontar, creo que ha sido un buen día para nosotros. He logrado unos segundos que valen la pena", indicó el esloveno, convencido de poder seguir limando la diferencia como un pequeño roedor.

Mantener el amarillo

La cara de Vingegaard no es tan alegre, aunque el danés no es mucho de sonreír. El maillot amarillo se aferra a dos principios: el primero es que ha conseguido mantener el liderato tras haber superado las etapas más propicias a su rival, un ciclista explosivo que, aunque ha conseguido dañarle en tres jornadas de montaña, no le ha hundido.

"El objetivo hoy era mantener el amarillo, estoy contento por haberlo conseguido", aseguró el escandinavo.

El segundo es que en el campo del danés y en de su equipo, el neerlandés Jumbo, hay confianza en que camino de París queda el terreno más propicio para que su líder defienda el título.

A partir de mañana, el Tour entra el la montaña de verdad, largas jornadas entre los macizos alpinos, mucho desgaste. Se acabaron los fuegos artificiales de la fiesta nacional francesa y ahora llegan las largas maratones donde la pólvora cuenta menos que la resistencia.

"Pogacar es un ciclista más explosivo que yo en un final como este, así que contento con haber perdido solo cuatro segundos. Tengo confianza en mis fuerzas, las etapas de los próximos días serán interesantes. Yo me encuentro muy bien, estoy en buenas condiciones, estoy muy satisfecho de cómo están saliendo las cosas. Espero la próxima semana, daré lo mejor de mi mismo", indicó el danés.

Tres puertos de primera categoría y el ascenso al Joux Plane, de categoría especial, con su cima situada a 12 kilómetros para la meta, serán este sábado el primer test para medir, de nuevo, las fuerzas de los dos candidatos.

Quedarán por delante otras dos jornadas de alta montaña y una contrarreloj en carreteras alpinas y una dosis más en el quinto macizo del país, los Vosgos, en vísperas del paseo por los Campos Elíseos del próximo 23 de julio.

El Tour más montañoso en años va camino de resolverse en diferencias de velocistas gracias a una rivalidad entre dos corredores que está comenzando a entrar en al leyenda.

Vingegaard y Pogacar tienen motivos para afrontar con optimismo lo que queda hasta París y se aferran a ellos, antes de que la carretera dicte su sentencia.

EFE
 

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